Factor Psicosociológico

Breve Introducción a la Hipótesis Psicosociológica


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Propiedad intelectual del investigador Diego Zúñiga.


La Hipótesis Psicosociológica revolucionó la forma de ver la ufología a fines de los 70. Sin mayor repercusión fuera de Europa, los seguidores de la nouvelle vague lograron que al menos parte de los investigadores se dieran vuelta a mirar a los testigos y considerara que las ciencias sociales eran importantes para el estudio de este "misterio". 

Michel Monnerie no era un ufólogo descollante. Más que un gran teórico, se caracterizaba por ser un incesante buscador de OVNIS en las noches francesas. Y como muchos de los investigadores, Monnerie creía. Pero su afán depurador y la incesante búsqueda de la prueba física (que, por cierto, nunca llegó) lo llevaron a cuestionarse algunos elementos de la ufología que le parecieron, al menos, incomprensibles. Como, por ejemplo, creer, algo que con el tiempo le pareció “anticientífico”. 

Tras mucho analizar casos en terreno (para que no salgan con la idiotez esa del “investigador de gabinete”), Monnerie descubrió que “el observador no entendía la naturaleza de lo que veía (...) A partir del momento en que el observador acepta la hipótesis OVNI, ajusta su visión conforme a lo que se conoce del fenómeno”. Y se germinó una duda que creció hasta dar forma a una nueva postura, que fue un duro golpe para los que, aún a finales de los 70, seguían con la ilusión de capturar su plato volador, su alienígena capitán de nave intergaláctica. Nació la HPS. 

Las obras de este francés, como hemos visto una suerte de creyente redimido, fueron un verdadero golpe a la cátedra, que se evidencia en el nombre mismo de sus libros: “¿Y si los OVNIS no existieran?” y “El naufragio de los extraterrestres”. Las repercusiones de la mirada monnerista no fueron las esperadas. Prácticamente ignorada en este lado del Atlántico, la “nueva ufología” rindió –y rinde– sus mayores frutos en el viejo continente.



El Naufragio de los Extraterrestres

  

La idea central de esta hipótesis postula que los testigos tienen directa incidencia en lo que dicen haber visto, pues como mediadores entre el supuesto fenómeno y los investigadores, pueden tergiversar información, confundirse con sucesos extraños pero conocidos, acomodar la visión según sus creencias o conocimientos previos, proyectar temores propios o, en su defecto, desvirtuar el avistamiento original al mezclarlo con memorias no relacionadas con el acontecimiento ufológico. La HPS no descarta la mentira y el fraude, y da mayor trascendencia al contexto cultural del perceptor y a la influencia del mito platillista. 

Éste fue uno de los grandes aportes de la HPS, pues desvió el eje de la ufología, haciéndolo pasar de la nave extraterrestre que es capaz de viajar por el espacio al testigo. Es decir, obvió las explicaciones más estrambóticas para dar cabida a otras  más pedestres,  aunque de modo alguno menos interesantes. 

También dio gran importancia al papel de los medios de comunicación en la creación del imaginario extraterrestre. Así, todo se trataría de un mito generado por erróneas informaciones, malas interpretaciones e incluso mala intención del algún periodista. Un mito, en definitiva, surgido en gran medida desde la prensa y aumentado por los testigos que, a su vez, dan nuevas noticias para esos medios que tergiversan buena parte de los testimonios y terminan cambiando incluso los de los mismos denunciantes. Un círculo vicioso que no tiene fin... o no lo tenía hasta la aparición de Monnerie.  

Un buen ejemplo del origen social de los OVNIS serían las oleadas, generadas por la proliferación de noticias OVNI en los medios de comunicación. Abundaremos en este tema más adelante.



Las Oleadas de OVNI



UN ATAQUE INTERNO 

Una de las cosas que más les dolió a los seguidores de la HET fue que se explicara el asunto OVNI prescindiendo de los componentes mecanicistas que tanto habían embolado la imaginación de los creyentes.  

También causaba cierto escozor este aparente desprecio por el testimonio, sagrado para muchos ufólogos tradicionales incluso hasta hoy. Sólo por dar un ejemplo que está a la mano, Juan José Benítez le cree todo a sus testigos, algo que cualquier periodista decente sabe que es, cuando menos, poco profesional. 

La crítica implícita a la historia completa de la ufología resultaba tanto más molesta que cualquier otra cosa, en especial porque ésta venía desde dentro del mundillo ufológico, y un ataque interno es siempre más doloroso –y menos rechazable– que uno venido desde la lejanía de la exterioridad. Cuando el ataque es interno, resulta más difícil de contrarrestar, pues quien objeta sabe de qué está hablando.  

Monnerie fue cuestionado en más de una ocasión por hablar de psicosociología sin ser un conocedor de dichas ciencias sociales. Ataques como éste, dignos de sentimientos espurios más que de razonadas críticas, no fueron los únicos. De hecho, la HPS tuvo varios detractores, como veremos luego.  

De todas formas, Monnerie no estaba solo. Otros investigadores, como Thierry Pinvidic, Jacques Scornaux, Paolo Toselli, Bertrand Méheust, Pierre Lagrange y varios más siguieron la senda señalada por el francés. 


EL ANTECEDENTE DE JUNG Y EL DESARROLLO DE LA HPS 

Pese a que el hito se acordó en 1977, la HPS tiene un antecedente directo en Carl G. Jung. Incluso antes del psicólogo suizo, en los años 40, se sugería que esas extrañas visiones que hacían noticia por su novedad, no eran más que delirios paranoides de un período de post guerra.  

Para el investigador francés Claude Maugé, las bases de la HPS se sustentan sobre el libro del ya citado Jung “Sobre cosas que se ven en el cielo” y  el de Sigmund Freud “La interpretación de los sueños”, algo que, en su opinión, resultaba insuficiente. Para Maugé, ésa es la única crítica que puede hacerle al modelo propuesto por Monnerie.  

Obviando lo anterior, Maugé fue un digno sucesor de la obra monnerista, e incluso tuvo la “osadía” de contradecir algunos resultados estadísticos obtenidos por Claude Poher. Tras esto, concluyó que la ufología funcionaba como un sistema de creencias. Michel Piccin fue más duro con Poher y el GEPAN, al señalar que la asociación francesa encargada del estudio de los OVNIS era “un sagrado panel de estrellas del cual es preciso salir para hacer alguna cosa útil”. El monnerismo, y más ampliamente la HPS, estaba poco a poco sentando sus bases. 



La Cultura de los Ovnis y Extraterrestres



Thierry Pinvidic hizo un sólido aporte en este sentido, al demostrar la influencia cultural en la generación del mito de los OVNIS: Investigó y comparó lugares del mundo donde no había penetrado la psicosis ufológica con otros donde sí lo había hecho. La conclusión fue clara: en países donde los OVNIS no forman parte de la cultura, no existen casos. Más claro, echarle agua. 

Una de las consecuencias más sonoras de la postura monnerista fue el texto de los también franceses Gerard Barthel y Jacques Brucker, quienes en “La grande peur martienne” (1979), tuvieron en el punto de mira a la famosa oleada gala de 1954, realizando reencuestas de los casos y explicando varios de los clásicos. Tras el tiempo transcurrido, muchos de los testigos reconocieron haber fabulado, inventado o adornado algunos relatos para hacerlos más espectaculares. Con este trabajo se demostró que el contexto que genera una oleada, como lo sucedido en Francia en 1954, sin lugar a dudas influye en la percepción que se tiene del mito de la venida de los extraterrestres. 

A pesar de las comprensibles críticas que mereció este trabajo, no podemos obviar su importancia en lo que se refiere al asentamiento de la HPS en la comunidad ufológica. 

Uno de los más duros cuestionadores de la HPS es el uruguayo Willy Smith. Para el continuador de la labor de Joseph Allen Hynek y encargado del proyecto UNICAT, la metodología de los psicosociólogos carece de fundamento científico. No escatima ataques para los seguidores de la HPS, catalogándolos de personas que fracasaron en la obtención de títulos universitarios y que terminan volcándose al periodismo. Agrega que es posible comparar a los psicosociólogos con los embaucadores, entre otras perlas por el estilo. Ataques a las personas por sobre refutación de las ideas que merecieron la inmediata réplica del español Luis González M., en una disputa que de tan sabrosa merecería mucho más espacio para ser abordada. De todas formas, los prejuicios de Smith sobrecogen, aunque no llaman la atención proviniendo de la ufología crédula.  

Por lo general, ésta suele embolinar la perdiz asegurando que quienes no creen en la hipótesis extraterrestre (o sea, los que aseguran que ésta es insostenible), aún no han demostrado la razón de esta aserción. Como vemos, andan claritos sobre quién tiene que demostrar qué. ¿No era “a afirmaciones extraordinarias, pruebas extraordinarias”...? La carga de la prueba recae sobre quién sostiene que los marcianos nos invaden impunemente.



Sueño Social de la Era de los Viajes Espaciales



INNUMERABLES APORTES

Como acertadamente señala Luis González en la página de Internet de la Fundación Anomalía, el ufólogo debiera saber que no investiga OVNIS, sino testimonios de personas que dicen haber visto OVNIS. Y tal como citamos con anterioridad, la HPS pone el acento en el testigo, como fuente no fiable de datos. Recordemos que la memoria no es impermeable a estímulos externos, por lo que la fiabilidad de nuestro narrador queda en entredicho.  

En este sentido, Monnerie hablaba del “sueño despierto”, que definía como un instante en el que el testigo vive un momento de relajación y es capaz de creer real algo que sólo ocurre en un estado cercano al sueño: “Sólo conozco una situación en la que los objetos se permiten tantas libertades con las leyes de la física, para transformarse de una cosa a otra, para multiplicarse y complacerse en toda clase de fantasías: el sueño”, escribió. 

Nuestro héroe (me refiero a Monnerie) es, en gran medida, un gran desencantado: “los OVNIS no son más que un sueño social encarnado en la era de los viajes espaciales”, escribe Agostinelli, como una forma de graficar el pensamiento del investigador galo. Monnerie agrega que “las personas que están muy angustiadas tienden a refugiarse en un estado de ensoñación, en el que se sienten más confortables”, dejando aún más clara la predisposición de los testigos ante un fenómeno extraño. 

Otro de los “descubrimientos” que realizan los miembros de esta escuela psicosociológica es que la nula diferencia existente entre los casos explicados y los no explicados, termina por hacernos deducir que los OVNIS no son sino OVIS que carecen de datos para ser completamente reconocidos. Luego, el residuo de casos inexplicados no implica necesariamente la existencia de un fenómeno original. 

La HPS no ha trascendido más allá de Europa. Eso es cierto. Sin embargo, su influencia es evidente a la hora de sacar conclusiones y hacer historia. No se puede obviar que el aporte de Monnerie y de quienes lo siguieron va más allá de la mera anécdota ufológica. Y notemos que varios de los “psico-socio”, como los llama Jean Sider, son ufólogos tradicionales convertidos al escepticismo psicosociológico. 

Y es que después de tanto tiempo, se suele descubrir que existen cosas más importantes que los OVNIS. Ante ese razonamiento es imposible no concordar con Monnerie, aunque muchos, aún hoy, no se den cuenta de tan elemental sentencia.

Artículo Original publicado en "La Nave de los Locos" (2000), Chile.


Copyright Diego Zúñiga


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Hipótesis Psicosociológica
Copyright  Dr. Willy Smith (1992)


Aunque el nombre de esta hipótesis parece un trabalenguas, las ideas de la misma son claras. Fundamentalmente, los OVNIs no existen. Todo lo que leemos en los miles de informes que los ufólogos han acumulado a través de los años no es más una versión distorsionada de hechos fácilmente explicables, alucionaciones, interpretaciones erróneas de fenómenos naturales, mistificaciones perpetradas por lucro o por diversión, o fantasías de mentes enfermizas. A esto se agrega la presión sociológica ejercida en el testigo por la cultura y el ambiente. Las causas verdaderas pueden ser casi siempre establecidas, y para aquellos casos en que la identificación no ha sido posible (el “residuo”, en la nomenclatura favorecida por esta escuela) un analisís más a fondo sin duda remediaria la situación.

En principio, hay cierta verdad en lo que los partidarios de la HPS proclaman, y es que la inmensa mayoría de los reportajes de sucesos OVNIs carecen de valor científico, y por tanto deben ser eliminados de los bancos de datos. En la experiencia de UNICAT, el porcentaje de casos reales de UFOs en catálogos de incidentes sin depurar (datos brutos), es del orden del 1 al 2%. Este número ha sido verificado más de una vez usando diversos listados existentes en la literatura, y por razones demasiado extensas para discutirlas aquí, no tengo la más mínima duda de su validez. Ese residuo es considerable, y esfuerzos reduccionistas solo incrementan el peso y valor científico del caso. Tal fueron las conclusiones del estudio comisionado por la Fuerza Aérea de los EE.UU. al Instituto Batelle.

Una de las dificultades encontradas por esta hipótesis es la imposibilidad de crear un banco de datos en que apoye las conclusiones. Por que si bien es cierto que un gran número de informes de UFOs tienen una causa psicológica, también es cierto que tales incidentes son reconocidos como tales por los ufólogos, e incorporados al mundo de los IFOs (objetos volantes identificados).

En estas circunstancias, el único camino es considerar los incidentes caso por caso. Este ha sido hecho por Monnerie, al menos en su primer libro, donde mediante una selección conveniente fue capaz de eliminar por una razón u otra todos los casos seleccionados. Este resultado era de esperar, puesto que los casos explicables exceden los casos de alta calidad casi por un factor de 100, y muchos de los casos en la literatura no han sido propiamente investigados. Pero Monnerie ha errado al tomar el paso siguiente, cuando razona que si los casos en su lista limitada han probado ser falsos, por tanto todos los casos son falsos.

Más recientemente (1979), Barthel y Brucker aplicaron la misma técnica en una obrita que tuve la oportunidad de analizar en detalle, donde a partir de un grupo de casos franceses que indudablemente son falsos, los autores generalizan el dogma de Monnerie, “Les OVNIs n´existent pas”, primero a todos los casos en Francia, y luego, ¡a todos los casos del mundo!.

A pesar de este comienzo tan paupérrimo, las ideas de Monnerie han prosperado en Europa y en la América del Sur, aunque no en los EE.UU. donde la HET aún prevalece. Creo que han habido dos razones para esta aceptación. Primero, que llega un momento en que las personas que estudian el fenómeno se cansan de encontrar una mayoría de informes pobres y dudosos, al punto que los casos de alta calidad pasan desapercibidos. Esto era particularmente cierto antes del advenimiento de los ordenadores, pero lo es aún hoy día, porque como se puede apreciar en los listados que han aparecido en el mercado, los catálogos carecen de parámetros que determinen no solo la calidad de los casos, pero aún mismo la cantidad de información que contienen. Es fácil de comprender que en esas condiciones los investigadores pierdan fé en la realidad del fenómeno, simplemente por no tener acceso a un banco de datos propiamente diseñado, o a la literatura básica. Y la imagen mental que se han formado de sus lecturas solo evoca una infinidad de casos falsos.

Buscando una explicación más profunda de por que un investigador se desencanta con el tema, he confecionado una lista de ex-ufólogos que se han plegado a la escuela socio-psicológica del amigo Monnerie. Aunque Francia ha sido la cuna del movimiento, no todos los convertidos son franceses y así tenemos, entre otros: Monnerie, Barthel y Brucker (Francia), González (España), Van Utrecht (Bélgica), Fuller (Inglaterra), Toselli (Italia) y Agostinelli (Argentina). Además de una postura militante anti-platillista, una característica común de estos autores es la carencia de una formación científica. Por tanto, les es imposible comprender la lógica falsa de las generalizaciones que proclaman. Explica también la insistencia casi obsesiva con que se refieren al fenómeno UFO como el “mito OVNI”, estableciendo como hecho lo que es solo una opinión.

Y a todo esto, Si los OVNIs no existen, ¿cuál es la necesidad de probarlo? Quizás los partidarios de esta teoría no están tan convencidos como nos dicen, y por eso han fallado en demostrar la no existencia de los OVNIs de una manera convincente, en la misma forma que los que defienden la HET no han podido obtener una prueba incontrovertible de que los ingenios que aparecen en la atmósfera vienen del espacio exterior.

A título informativo, el análisis de los datos almacenados en UNICAT, no ha producido evidencia hasta el momento en favor o en contra de la HET, aunque si indicaciones negativas con respecto a la HPS.


Escepticismo absoluto

El escepticismo con respecto a los UFOs forma parte de la filosofía del CSICOP (Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal), grupo que ataca duramente todas las manifestaciones que no forman parte de la ciencia ortodoxa. El más conocido exponente de la vertiente anti-ufológica es Phil Klass, autor de varios libros negativos y al mismo tiempo editor de la prestigiosa revista "Aviation Week and Space Technology". Las ideas anti-ufológicas de CSICOP ni siquiera pueden caracterizarse como hipótesis. Los OVNIs no son el producto de aberraciones sociológicas o psicológicas: simplemente no existen. El testigo no reconoce un fenómeno natural, o simplemente interpreta equivocadamente lo que ve. No hay una vaga acusación sobre la sanidad del observador, como en el caso de la HPS, pero a veces dudas sobre su competencia o veracidad. Para descubrir las causas detrás del avistamiento, todo lo que se necesita es una investigación cuidadosa.

En vez de generalizaciones arbitrarias, como en la HPS, los miembros de CSICOP conducen sus investigaciones caso por caso, seleccionando los mismos en función de la publicidad que han recibido. En algunos incidentes, el resultado es positivo y la explicación es satisfactoria. En otros, la explicación es rebuscada y poco satisfactoria. Lo que se destaca, sin embargo, es la metodología defectiva: porque aún, si todos los casos investigados por CSICOP fueran explicados -que no lo son- la posibilidad siempre existe que entre los miles no estudiados puedan existir casos cuya validez sea indisputable.


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